viernes, 7 de mayo de 2010

“La vida del chileno, nuestra identidad nacional”

“Soy chileno”, grita con orgullo una persona cualquiera luego de ver un triunfo de la selección de futbol. ¿Es chileno en verdad? ¿Quién juzga lo poco o mucho que somos chilenos?

Desde que tenemos razón como patria que vivimos al regazo de un pensamiento extranjero, sintiéndonos más seguros al saber que no somos los únicos fallando o teniendo éxito con una acción. Y es que en realidad, nunca hemos sido auténticos ni emprendedores, nunca hemos tomado las riendas de nuestro propio destino.

¿Qué es ser chileno? ¿En realidad alguien se siente capacitado de responder esa pregunta? Y es que pareciese que nadie esta capacitado para decir “yo soy chileno”. Ni el español que llego a estas tierras, ni el mestizo que nació en ellas, ni el indio que las vendió.

¿Somos una cultura joven? La pregunta fundamental ahí no es cuanto tiempo nos hemos desarrollado, sino si alcanzamos a llamarnos cultura.

La real academia española la llama como “El conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo”, ¿y que es lo tradicional?

¿Bailar cueca?, ¿Comer empanadas? No, no nos engañemos, nuestras costumbres no son más que tradiciones adquiridas de otros pueblos que las adquirieron de otros pueblos que hoy rechazamos, porque así se nos impone.

Es cosa de preguntarse por todos aquellos países del mediterráneo los cuales miramos con desprecio y los cuales son responsables de un sin fin de “tradiciones“ intrisectas en nosotros.

¿Qué es ser chileno? Sabemos formalmente que somos el resultado de un proceso de selección y exclusión de rasgos culturales, que se realiza desde la perspectiva de un rasgo dominante.

Sabemos que vulgarmente es nacer en este país tercer mundista, que es sentirse identificado al ver la bandera en un atlas, que es mirar al oeste y ver la cordillera nevada; que es pasear por Cartagena esquivando la basura, introducirse en las frías costas, salir y comerse huevo duro.

Sabemos que vulgarmente es comerse una sopaipilla en una esquina, cuando el bolsillo no puede ofrecernos nada más elaborado; ver a un quiltro cruzar tranquilamente la calle, respetando incluso mejor que los peatones las señalizaciones de transito.

Sabemos que vulgarmente es opinar de la incompetencia de los legisladores que nosotros mismos elegimos; reclamar por nuestras leyes, por las casas, las calles, la contaminación y el que “nadie hace na’ ”.

Eso es lo que sabemos.

Y entonces, ¿Qué es ser chileno?

La respuesta es más simple de lo que se espera: sencillamente es vivir en esta sociedad joven, formar esta cultura naciente, aportar para avanzar en un solo ritmo, eso es ser chileno, no esos falsos aires de tradicionalismo que respetamos en fiestas patrias para tener una excusa por la cual celebrar, ¿o es que acaso puedo ir a la calle, preguntar que fue lo que paso el 18 de septiembre de 1810 y recibir la misma respuesta?, ¿Qué es lo que sabemos de nuestros héroes? Solo que son un lindo adorno para el papel moneda.

Cuando Ignacio Carrera Pinto combatía en el norte nunca se imagino en lo que terminaría esta sociedad.

¡Y nadie puede imaginárselo aún, esto es el comienzo!

Es nuestra responsabilidad mostrar el porque somos un país de rincones, pluralista, multicultural.

Es nuestra responsabilidad explotar nuestras virtudes, y no esperar a que aparezca otra raza a arrebatarnos lo que es nuestro.

¿Quién dijo que ser multicultural era malo?, ¿Quién dijo que la globalización es matar nuestras tradiciones?.

Nosotros mantendremos vivas nuestras tradiciones mientras ellas se adapten con nosotros.

He ahí la verdad de las cosas.

“Soy chileno”, grita con orgullo una persona cualquiera luego de ver un triunfo de la selección de futbol. ¿Es chileno en verdad?

La respuesta : Sí, es chileno, y lo gritara cuantas veces sea necesario hasta perder el aliento.

Joaquín Pérez Ávila