domingo, 3 de junio de 2012

vida eterna

Tarde, cuando la noche cobija tibias risas y un poco de humo, es momento propicio para ideas de cambiar el mundo. Cuando un chico llora en el hombro de su amigo, por que la que ha elegido no ha estado a la altura de su amor, y aún así el la quiere devuelta, es momento propicio de replantearse el presente.
Cuando escucho los difusos reclamos de un octogenario, enrabiado con el destino por llevarle a su actual sitio, es un ejemplo perfecto de porque debemos rendirnos a ser quien mejor podemos ser, a disfrutar cada instante a nuestra manera, y que cuando llegue el día sepamos que no reclamaremos al destino por dejarnos ser quienes somos, si no que sonreiremos a todo lo que con amor hemos construido y ahí sera la vida eterna