Tras recargar intermitentes veces una columna del periódico en el celular, apague la radio y me largue a pensar.
Estaba en mi cama, hacia un tiempo que la extrañaba; poner mis piernas marcando las 6:40, y ensayar con mis brazos una forma de tijera para no cortarle el paso a mi sangre. Solo mi cama me otorga ese espacio. Podía escuchar los timbres cayendo sobre mi cabeza, podía imaginarme correr hacia las botas en el primer piso del cuartel, resbalando por las escaleras antideslizantes, más no estaba ahí ni tenía los calcetines puestos. Era mi cama la que me acompañaba, y la idea de que pronto te conquistare, como aprendi hacerlo con el fuego en el palacio Aldunate, o sentado en el techo del municipal.
Me queda mucho que aprender,pero un fuego me está quemando por no darte un beso. Aún.