Fui a darle un respiro al alma. Yo no pensaba que se podía entre tanto humo, pero abrazarte fue tan claro que quité cualquier disposición que me negara respirar tu aroma.
A ratos pienso en lo molesto que es que te vayas, pero no debo apenarme: ya te lo prometí. Es sólo la magia de la nostalgia que me da el no tenerte en un futuro, asumiendo que te tengo, o te tuve en aquellos momentos que te vi a los ojos.
No seré pretencioso y te diré que te espero, o algo por el estilo suponiendo que en verdad tengo control sobre el futuro, ya que si algo me ha enseñado la experiencia es no presumir nada por muy buenas intenciones que se tengan. Pero debo reconocer una cosa, esperaré un café ... ¡a quien engaño! Esperaré con ansias esa cerveza helada, casi como un buen whisky añejado. Inventaré canciones y odas suponiendo que harán menos arduos los viajes en el metro, mientras pienso en ti y me aplasta la gente, me grita mi paciencia afligida y jubilada en un rincón de ese presente casi palpable, casi perceptible.
Te extrañaré, tal vez por que hoy ya te extraño. Pero es bueno hacerlo, cosechar los frutos del presente y dejar paso a las inseguras expectativas que sueño contigo.
No me culpes, de un principio te dije que soy loco.