Los reels que automáticamente se colan en el hipnótico algoritmo que domina al mundo me distrajo pero ya llegué.
Todo el trayecto me tomó 15 minutos menos de lo esperado, así que ahora espero terminar la espera de esperarte.
Y ahí vienes tu y tus enamoramientos. Ahí vienes tú y tu inconfundible amarillo, tu aroma a galletas y tus bigotes de chocolatada.
He aquí el amor. Vamos que hablamos de todo en 15 minutos. Sobre la independencia y los matrimonios, sobre el fútbol y las amistades.
Y sobre que hay gente que haría de todo por tenerte. Incluso osarian manchar con tinta finos naipes para atribuirse complejas operaciones matemáticas que nos pertenecen. Y bueno, es que así es el enamoramiento. Vulgares parecen los intentos de aproximarse a la sincronía espacial, en donde galaxias y monumentos hicieron su aporte histórico e institucional para generar el momento en que, y en plena facultad de artes, nos encontrariamos por primera vez. Y es que sin el internet que nos precede no habriamos de encontrarnos otra vez, y sin la política estupida de la que somos borregos nos interno en nuestro propio profundo abismo cuando en medio de las sombras, el humo y las ilusiones vendriamos a encontrarnos por primera vez. Al fin de todo, no termino de entender por que no serias tú la más guapa del barrio, ni por que habria de dudar por un segundo de tus oscuros e intesos ojos. Pero ya, no me sigas el cuento, después vas a creer que me gustas mucho y ya no será entretenido. Habremos de juntarnos sólo a querernos y entre mimos diremos dulces palabras: te quiero, te extraño, me haces feliz , mientras comemos un completo italiano de la fuente de soda en Santa Rosa, o caminamos perdidos en algun rincón del centro,
obviando el hecho de lo mucho que cuesta el amor, y lo fácil que es concebir los enamoramientos.