Llegando a la casa veo tus ojos vidriosos.
la agónica espera nos ha encontrado,
y ya estás aquí extrañando tu casa.
¿qué casa distinta a esta si ésta es tu casa?
“yo soy tu casa” - te digo suavecito, mientras escucho sollozos en mi hombro.
y esta tarde, que tarde, me quedo acompañándote en silencio de nuevo,
esperando como ya es costumbre la subida del vaivén.
y es que la vida en sí tiene tragos amargos,
incluso repite en mí el eco aquella frase de Chaplin,
de que la vida de cerca es una tragedia,
más de lejos y en perspectiva es una gran gran comedia.
Y bueno y pasará y todo también pasará,
y ya sin pensarlo estaremos bajo la sombra de una acacia,
conmemorando para siempre una vida bien vivida,
o todo lo contrario, pero juntos.
Para siempre juntos.