El ejercicio intelectivo resulta cada vez más tedioso y abrumador. Sin embargo, como siempre resulta interesante revolver los castillos de memoria y jugar a ser más niño.
La increíble sucesión de hechos del ultimo tiempo me hacen pensar por cierto en la fragilidad de la vida. Y de las abuelitas estafadas solas encerradas en departamentos lugubres en medio de una población periferica, de las mujeres traumadas haciendo intentos desesperados por cambiar su nombre después de los 50 años, el guitarreo triste y no valorado de mis hermanos doctos en la música y sus felices cantos en Don Rodrigo. Los fraudes bancarios, las interdicciones por demencia, Las invitaciones secretas, las dobles lecturas, las piernas palidas y los llamados del inframundo.
He aprendido a valorar los hechos y los movimientos. Así como el ajedrez, también el sodoku, la pintura, el deporte y la terapia.
He sentido la necesidad grave de escaparme hacia aquellos sitios, más mi tan determinado presente sólo da muestras claras del destino ineludible. El trabajo y disciplina se exhiben como el metodo, uno en el cual cuesta tener espacios para reconciliarse con mis propias letras entre las pausas academicas. Y es que ha pasado mucha agua bajo el puente, más aún luego de las severas lluvias. Muy frío. No habíamos visto tanto frío como este año tanto frío.
He de reconocer, entre resfriados y bemoles, incluso con los evidentes juicios y remordimientos, mi paz y felicidad. Viviré la vida que elejí, y defenderé tal convicción. Un abrazo eterno a mis profundos miedos y dudas, sobre todo en circunstancias adversas, pues son lo que reafirma este presente.
Respira profundo, repite al menos 108 veces el mantra. Consigue un mala para ayudarte.
Respira otra vez. Estamos aquí y ahora, y nada es más cierto que eso.