¡Oh!, verdad que agobia.
Sentimiento profundo de invalidez en el corazón,
incapaz de transmitirle ordenes al cerebro.
¡Oh!, verdad que agobia.
¿Como lograr que sus manos arropen
a las mías?
¿Como sentir sus sutiles movimientos
y llamarlos propios?
¡Oh!, verdad que agobia.
¿Que es lo que quieres?
¿Que es lo que pretendes?
Y es que presiento que el silencio hoy me da más respuestas.
¿Como?, ¿Que es el silencio?
¡Claro, ya entiendo!
¡Bendito silencio!,
quieres que solo observe,
que vea sencillamente como pasa el tiempo constantemente.
Pero ...
Lo siento, ¡Oh!, verdad que agobia.
Y es que no quiero seguir mirando.
Quiero actuar,
quiero sentir como lentamente sus delicados labios se sincronizan a los míos en un acto de fé.
¡Oh!, verdad que agobia, gracias por otorgarme
este bendito silencio, pero es necesario que no sigas siendo solo una esperanza...
ya es tiempo de cambiar algunas cosas.
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