El humilde reflejo en la ventana que da a la fabrica, desperto en él la inquietud.
Tantos años sembrando arduamente para cosechar miserables frutos rotos, exigiendo piedad a dios para sobrevivir a estas constantes luchas, heridas y muertes. Sin sentirlo, sus pulmones se oscurecieron de respirar profundamente el veneno de la fabrica.
Pensando se percato que sus objetivos cambiaron , es más, ya no existen.
Que su planificado ingreso y mantenimiento en el que parecia ser un simple sistema fue la causa de su eterna rutina. ¿ Y las luchas? ¿Y las heridas? ¿ Y las muertes?
No son más que simbolos inexistentes que gozan el merodear una pobre alma.
Fue la ciudad. Es la fabrica. Quedaran sus restos.
Es la completa decadencia.