Podría ser un general sin rumbo y en sí un camino a cualquier parte.
Podría detenerme en cada brote de vida en mi camino, mentirle al mundo de manera política y decir que me importa.
Podría ser tan valiente como alguien podría serlo, simular que soy de piedra y esconder cualquier vestigio de humanidad.
Podría ser un santo.
Podría ser el infierno.
Podría ser un secreto, el misterio acurrucado en una tarde de frío.
Podría tener unas gafas grandes y creerme el lector designado.
Podría revolverme el cerebro con un revolver.
Podría crear y destruir a mi antojo, jugar a ser Dios.
Podría tener un perro, un pájaro o un pez, pero nunca un gato.
Podría cruzarme en tu camino casualmente y poner cara de sorprendido.
Podría ir y venir por cuerpos desconocidos, y aprender de la vida en la pura experiencia.
Podría programar un itinerario para cada día por el resto de mi vida.
Podría dejar de hacer enumeraciones absurdas y solo ser.