Sin alguien que te ayude, te mire y te hable. Sabiendo que un día estará ahí mirandote y te dirá lo mismo.
Y es que por muy buena que sea tu mamá no te puede dar eso. Ni hablar de tu papá.
Hay cosas que solo la experiencia te da el placer de disfrutar, como un camara antigua en la vitrina, la inmesidad de Santiago, un momento en el metro escribiendo en el celular.
Por que para que romantizar tanto la cosa, si somos todos andando a todo ritmo desenfrenado y cruzandonos a veces como si supieramos con certeza que va a pasar, cual par de electrones saliendo de paseo en todo momento encima de un gas noble, sea Argón, Kripton o Zenon.
La cosa es que decidí darte el pololo único con certeza plena de que eres tú, ineludiblemente mi polola. Y que por más que arriesgase sabotearse, no puede ser de otra manera. Por que me gusta creer en la sincronicidad, por que a los dos nos gusta Jung, y por que así lo decidimos.
Así que vamos preparandonos que mañana tenemos una cita, tú y yo.
Los dos juntos, todos los días.
Que ya no ser de otra manera.
Con la certeza de saber como termina esto.
J
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