En caos, se cuantos entes viven el diagnostico que se me presenta: La obseción a su fotografia ( o bien al recuerdo), el telefono que grita en momentos de vital silencio, y lo ultimo y no menos importante , la necesidad imperiosa de encontrar aquel momento que suelo repetir en cada cosa que escribo, aquel sentimiento que traspaso a lo que toco, el segundo exacto para decir dos palabras.
Así de breve.
Y sueles buscar una estrella, una luna, un ramo de flores, comprar un chocolate, todos y cada una de estas acciones con la intención metaforica que solo uno entiende.
He evitado no evitarlo.
He considerado en la molestia.
No he nisiquiera pensado en omitirlo.
Y dentro de esta logica me apresuro a no continuar las formalidades auto impuestas y ser preciso.
Es que cuando te propones algo y piensas en todo lo que puedes crear en la libreta blanca que acabas de adquirir , no lo dudas, solo lo haces:
Tomas un café, lees un libro ( no relacionado con el motivo, mera distracción), escuchas una canción de esas que te dejan bailando, y te partes las manos sosteniendo el impulso que me dijo anoche que bajara del bus en el que transitaba, recorriera unas cuadras y llegara al portal que da inicio al lugar donde vives (esto porque no tengo claro cual es tu ventana, cuando lo sepa te cantare una serenata probablemente - recuerdamelo algún día- ).
Ayer me controle, me di el tiempo para matizar el sentimiento con suaves suspiros para calmar el palpitar, pero advierto desde ya que la proxima vez que vea tu rostro, busque tus ojos y tenga la menor sospecha de haber visto una sonrisa, acabare con el muro inexistente que separa mis intenciones del futuro impredecible, nombrando de esta forma un par de secretos que llevo conmigo.
Así de breve, pondre fín al calvario.
Un mundo nace cuando dos se besan - Octavio Paz