Lo que me preguntaba sin confirmar era el miedo de aquel chico: mi afición estaba creciendo.
Veo, en su rostro y en las palidas promesas que regala al pueblo, que aún la quiere y que lo aflije el hecho de que la acompañe. Para mi no es vital claro, supongo que la suerte me acompaña de una forma extraña ultimamente, pero me inquieta si debo reconocer su mano intentando pasar sobre la mia. Esa obsesión por opacar mi sombra, su maldita seguridad y confianza en sí mismo al exponer su experiencia.
Quizas sea falso, todo sea una vil treta que se trama pero ... no me convenso.
¿Sera que despacio en la noche abrire sus sentimientos con un puñal y lo obligare a decir verdades, o me arrepentire antes de hacerlo y me quedare templado?
Inconformidad. Sumisión. Puedes llamarlo celos, realmente extraño en mí.
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