Otra vez acostado en mi cama. Sí, en mi cama.
He logrado contener por meses estas palabras pero al fin puedo decirlo con absoluta franqueza: soy libre.
Soy libre por que lo he ganado y me he convencido de que es lo correcto.
Porque saque adelante las pocas fuerzas que me quedaban y me puse otra vez de pie.
Lo hice porque me enamoré perdidamente, y fallé.
Soy libre por que he recuperado cada espacio de mi alma perdido en los resortes de una cama que me sujetaba a la inexistencia, y hoy se transforma en el símbolo de la paradoja: mi vida independiente.
En el camino las lagrimas que no derrame se presionan y manifiestan dentro de una espiritualidad robada por las añoranzas eternas de un pequeño convencido de su enormidad. La migraña comienza a aquejar un insomnio que ya no prevalece ante el cansancio de las extenuantes jornadas, cuando se presentan las clandestinas oportunidades de seguir en marcha, ya que no hay vuelta, al fin soy libre.
lunes, 17 de agosto de 2015
miércoles, 12 de agosto de 2015
Escape
Las calles santiaguinas hoy más colapsadas que nunca cuestionaban la forma de caminar de cada una de las personas que transitaban por sus calles. El susurro folclórico a esta altura del año, era vaciado en los andenes del metro completando el insoportable cuadro que hay que soportar todos los días. Y el mayor problema es que ya eran las ocho.
Eran las ocho y no existía un rincón de silencio, No existía un sucio lugar desde donde contemplar el panorama en silencia. Entonces me puse los audífonos, y camine sin disponer de una sola puta canción del mp3, solo para lograr intervenir el paso de estos quejumbrosos estruendos cotidianos en nis maltratados oídos.
Salí de la estación y camine mientras veía los fatigados conductores parafrasear insultos a los semáforos en providencia. Se mantenían quietos humeando petroleo en sus camionetas chinas compradas en 73 cuotas. Me adentre en un parque, y gracias al inteligente uso de los audífonos obtuve silencio, preciado elixir de los imprudentes pensamientos me di cuenta al rato, cuando tuve que salir corriendo hasta el paradero al recordar una y otra vez el calendario, mirar mis resquebrajadas manos un gélido día después de la lluvia, y sentir la terrible angustia en el pecho al recordarte.
martes, 11 de agosto de 2015
Negación
Simplemente no era el tiempo. Tal vez no era el lugar y el destino quiso echar una mano con ello.
Si no hubiese tenido tanta esperanza de todas maneras seguiría creyendo, como si hubiese algo que pelear o decidir.
El gran problema de todo lo tiene tus ojos. Ni pensar que me hubieses convencido de otra manera, ahí está el detalle.
Nos vemos, se que es así. Se feliz .
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