Tú eres agua. Dentro de tus gélidos cabellos se encuentra la verdad. Tú vida no depende de otros como si lo hace en un mortal cualquiera. Tú eres agua.
La contaminación ha sido un asunto del cual te has hecho cargo, sí bien te vuelves ácida, turbia ... Tóxica. Pero cuan dulce es beberte.
Me resulta poco sensato inspirar con estás de palabras el deseo que surge inevitablemente, ya que entonces solo nos insinuariamos a la carne. Como si se comprara en un supermercado. Sí fuera cuantificable aún reírme con tus publicaciones en una red social. Asumo entonces que el juego es vivir enamorado de las virtudes, cuan se que no es cierto y retomo la rutina día a día en función de esa realidad, y sonreír ante el amor inevitable cada vez que me levanto, camino por el pasillo y bajo por el ascensor. Pero tú, tú eres agua.
Tú eres agua como el estaño ardiente fundiéndose en el proyecto escolar de un quinceañero, tan frágil e inevitable como la sangre. Y me gusta pensar que fluyes en paz, sin torbellinos ni marejadas, cuándo no existen abismos ni cascadas que puedan cegar nuestro destino:
Mirarte de frente para comprender mi reflejo, y sonreír para ver en ti una sonrisa.
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