Debe ser tal vez nuestra naturaleza. No somos más que originales en una urbe de copias, poco reciprocas y complicadas por los psicotropicos. Seremos entonces las aperturas menos dignas a la realidad tal como es, la vida absoluta y la falta de compromiso. Creemos por tanto en la posibilidad cierta de existir sin ser juzgados, y por tanto condicionarnos a lo que nos enfrentan los medios aunque sea mentira. Por que es cierto que no nacimos para estar juntos, no nos pertenecemos. Somos entes pseudo fugaces en el juego eterno de sonreirnos. Sin gracia, como perfectos extraños. Nos miramos entonces juzgandonos cada vez que podemos, sobre momentos que no son parte de nosotros. Cargando karmas impropios. Riendo de bromas poco divertidas. Porque no nos conocemos ni pertenecemos, y de no expresar la furia no somos rostros de nuestra misma persona. Y nos queremos hasta las raíces.
Pero no somos dueños de nadie, más que de nuestro propio destino hasta que alguien nos hace verificarlo. Y cuantas montañas hemos de recorrer hasta mirarnos honestamente. Esperaremos hasta ser honorables sujetos merecedores de tal cualidad. Mientras tanto estamos aquí. Sonriendo.
De eso se trata la vida.
Muy interesante de leer
ResponderEliminarMuchas gracias :)
Eliminar