Despierta el monstruo
bajo el encantamiento fortuito
innecesario e inexistente
para mis fines melancólicos
En la promesa de la libertad
se sustenta su excusa,
para presentarse y manchar mis dedos
que transcurren suaves sobre los sueños
Pero el monstruo no logra replegarse,
aunque habita, respira, come y patalea,
porque la doctrina indica que no está,
porque somos empiristas revolucionarios de un planeta
libre.
¿Qué queda entonces para Platón?
Lo más divertido, lo que flota sobre nuestros cráneos;
mientras paseamos tomados de la mano
ejecutando deliberadamente la oportunidad de ser felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario