Temblé de miedo y tuve pánico.
Misterios increíbles azotaron nuestra delgada ventana, las innumerables piezas que habitamos en escasos meses sirvieron de escape a la corajuda y destruida realidad.
Los placeres me consumen y la falta de serotonina se hace sentir.
Me cuesta hablar. Me cuesta sentir.
Así como si de pronto hubiese dejado de existir ese alguien que habito dentro de mi.
Me llamas y me cortas. Te encuentro y no puedo verte. Los días pasan y me siento demente. Quien somos realmente?
He evitado tanto enfrentarme a esto que perdí en verdad la cuenta.
Dónde estamos? Cuánto ha pasado?
Cuán importante hemos sido para el otro, y que tan trascendentales seremos para la construcción de nuestros caminos? lo hicimos y sin darnos cuenta?
La locura que traviesa se asoma en cada una de las desquiciadas carcajadas arrojadas en los rutinarios y planificados encuentros a los que nos hemos sometido una y otra vez.
Y es al menos divertido el sentido con el cual hemos encontrado y aceptado respuestas para las sandeces de nuestro pasado. Sí, nuestro. Por que inevitablemente mis fotografías ( y las tuyas) inmersas en el recuerdo colectivo han jurado vengarse de la pensada indiferencia.
El vaivén absurdo entre tragedia y comedia me esta consumiendo.
Temblé de miedo y tuve pánico.
Leí tu mensaje de furia una y otra vez hasta estar seguro de lo que estaba leyendo. y bueno, ya está.
¿Qué dice el público?
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