de caminares errantes,
ciclos incompletos,
y finales abruptos,
suelo tener dudas
de lo que realmente quiero,
pues cada vez que quiero
idealizo y espero,
con todo esmero
que mis fantasias se cumplan,
más lo cierto me alumbra
de los oscuros deseos,
cuando todo falla
y aparece la culpa
de mis actos responsables:
las no expresiones cobardes;
como hablar de aves paseriformes
para responder emplazamientos fictos,
o vomitar ilusas promesas
de las que dan diabetes,
sólo para cuestionarme la suerte
del solitario ermitaño,
y aventurarme al paradigma
del bien que hace tragar semillas,
allá oculto en el bosque,
anotando el ciclo intermitente,
de bandadas migrando por el mundo.
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