Corría frenéticamente por encontrar pastillas. Entre los libros viejos, en el botiquín de auxilios, entremedio de las manchadas sabanas pero no las encontraba.
Y se recostó en el sillón, mirando al techo, viendo como la luz de la carretera creaba intermitentes figuras por sus persianas. Miraba atentamente, intentando descubrir un mensaje, código, pero no lo encontraba.
Abrió la puerta y siguió buscando, tratando de no caer en el estado etílico de su padre, ni en el pálido rostro de muerte de su madre.
Entonces sus extasiados sentidos dejaron de hacer efecto. algo angustiante, las necesitaba mas que nunca. Corría por la calle descalzo, sin que nadie le advirtiera lo loco que estaba. Llego a la iglesia y se arrodillo frente a ella, rogó por más pastillas o por cualquier cosa que lo hiciera salir de este estado cero, de rabia, de culpa.
Se dio cuenta que el frío o hacia temblar, al menos eso pensaba.
Reflexiono del porque lo hacia, mientras tomaba posesión de una banca en la plaza… para salvarse ¿De que?, para esconderse ¿De quien?, para protegerse ¿Por cuánto tiempo? Se dio cuenta que nadie nunca sabría donde había estado, lo que había pasado, ya no lo respaldaban, ya nadie lo amaba, fue cuando recordó porque se borraba: para salvarse del mundo, esconderse de la realidad, protegerse de la tristeza y olvidar el angustiante rostro de su madre al encontrarlo tirado por una sobredosis de pastillas.
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