Estoy un poco alterado.
Esta noche las sirenas de bomberos no me dejan dormir,
van a resolver un siniestro a unas cuantas cuadras de aquí.
Pero, desde mi ventana, se escucha todo:
los gritos desesperados de una mujer,
el perro de la casa colindante ladrando despavorido,
las llamas que consumen las vigas de roble de la casa,
y desde más cerca mi respiración alterada por el ruido de la noche.
No es solo eso.
A pocas horas de esta hora,
hubo un siniestro en mi cabeza,
una voz repitiendo los fonemas que pretende inculcar,
y un gracias reiterativo para responder a tales fonemas.
¿Que paso?
Sin darme cuenta paso el tiempo,
las ganas, el sentido, las vibraciones,
los gestos de gracia y pese a que todo esto trata de sobrevivir,
lo cierto es que soy un espectador inquieto,
despierto a la mitad de la noche,
un poco alterado por las sirenas que resuenan a unas cuadras de aquí,
tratando resolver el enigma por el cual mi vida pende en estos días.
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