Ayer soñé contigo,
tu en mis brazos,
despertando un día domingo,
y entonces, la magia:
una sonrisa matutina,
un beso de despedida tras una larga ducha ...
Ahí desperté,
entendí que era un sueño,
y que no puedo vivir de sueños,
que me duele, muy adentro,
seguir creyendo que me llamaras un día de estos.
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