En un día normal puede parecer divertido tomar un revolver, disparar al voleo plomo, como si fueran regalos de navidad, o estampillas de fundaciones que advierten su colaboración a esta noble causa, que es permitir, sin previo requisito, morir a manos de dos almas que por diversión actúan, evitando simular lo que en años de juegos han realizado virtualmente.
Entendiendo que tales balas son limitadas, se deben utilizar métodos menos ortodoxos para consumar lo que la misión en un principio estableció: matar.
Tomar una botella, quebrarla en su cabeza; ver como revienta su aorta en segundos por un corte en su cuello, o romper de lleno su nariz con una vulgar piedra tirada en el camino; Atarlo, y dejarlo en medio de un practico pilar de neumáticos para prenderle fuego posteriormente.
Cerrar su garganta con ácido, quitarles los ojos con un tenedor, romper sus piernas con un martillo o lanzarlo al vació.
Estrangularlo con el sucio cinturón que he utilizado por 2 largos años.
Quizá más sutil, ir al parque y regalarle dulces de alguna conocida y familiar marca internacional , y así obsequiarle el cianuro más dulce que se ha podido entregar.
Nos lo debe, nunca debió haberse atravesado en nuestra idea, siempre estuvo destinado a eso, y por esto, nuestros pensamientos alcanzaran su inevitable fin: morir.
PD: Te deseo lo peor, ojala encuentres en un brutal accidente el dolor que causaste al robar aquello que yo más preciaba.
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