Avanzar deliberadamente por lo cuadros del tablero,
cruzar el medio,
ser comparado naturalmente con los caballos y alfiles que apresurados se mueven para obtener la victoria.
y después de todo, coronarse en un costado del mismo, con el Rey encerrado y condenado a la inevitable muerte.
Que mal jugado. Y en verdad es cierto, que frente a todos a quedado demostrado que he fallado.
La inútil lectura del juego y una vaga estrategia,
han firmado el final y tal vez el principio de un libro que empieza,
el sabroso anecdotario de situaciones karmaticas romanticas,
la vida es menos dolorosa cuando no hay panoramas claros,
y ninguna propuesta indebida se adelanta a su pronosticado estadisticamente fracaso.
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