Caminando en modo automático,
tomé la micro y me quedé pensando.
Al llegar a la biblioteca Nacional aún no reaccionaba,
y pasando por maciver parecia que el frío no me importaba.
Me acerque otra vez las manos a mi boca y así sentí tu olor.
Te imagine dumiendo junto al valiente Sultán que se acomoda entre tus sábanas,
preparando el cuerpo y la mente para esta nueva y agitada semana.
Tuve suerte y frente a la Segunda tomé la 203.
El atajo no me salió muy bien pues entre tanto pensamiento me pasé, y en la entrada del cementerio terminé.
Y así mientras continuaba la marcha de regreso a casa,
no pude si no terminar de imaginar los días que amargan,
espero unos pocos (la espera se hace larga),
para sonreírnos de nuevo, pues concluí que me haces falta.
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