Por estos días es común ver como jóvenes idealistas conservan la idea de las lecturas obligatorias: el amor romántico de una Julieta, la obstinación hidalga del quijote.
Por estos días es fácil enamorarse y que destruyan tu corazón.
Criados por una ruidosa caja y falsas ausencias de afecto (para luego justificar su vida y acciones en búsqueda de emociones como una compensación al cruel destino cuya maldad a dirigido sus vidas a un abismo de soledad y penumbras) , crecen a la par de quienes forman su vida en letras y ambiciones poéticas, justas para soportar cualquier gigante de sombra que invada un querer confirmado. Dramáticamente, estas personas unes sus vidas - cual perdición griega con juegos de hilos - para complementarse y ser tremendamente felices en intensos intervalos de pasión y sangre. No ha de extrañarnos entonces que tal unión conlleve erróneamente el brutal enloquecimiento de una de estas partes ( pensante en demasía, idealista e idiota) y el aburrimiento de la otra (quien más fría, entiende pretende "vivir").
Esto es, fundamentalmente, el hecho por el cual se lastima a gran parte de esta generación quienes, cegados y convencidos del profundo amor reciproco de una relación jovial ( y casi pueril) entregan su corazón como deposito a plazo, para retirarlo mucho tiempo más tarde en un tiempo indefinido.
Y el amor sigue siendo lo mismo. Y la locura se apodera de la gente buena. Y las aventuras las viven
Amor, y si vienes a verme un ratito?
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