lunes, 13 de septiembre de 2010

Maniaco


Faltaban conceptos técnicos en su boca para describirla.
En medio del exclusivo momento bajaba por las escalera vestida de recuerdos y taco alto, niebla en las mejillas y un contraste de luz en sus ojos.
Lo sorprendió, debe reconocerlo, el como sin estupor se mostraba arreglada como nunca antes. Y pensó en las incontables veces en que juntos asistieron a estos mismos momentos.
De forma natural miro a su actual compañera y regalo un gesto de desprecio.-   ¿Te decepciono?  -  le pregunto entonces esta, y sin más este sonriendo asintió.
Ella salio corriendo, dando breves excusas de las lágrimas en el rostro.
Un extraño anciano se acerco y le dijo – patético-  con una mirada triste prosiguió – inventaste una nueva que nunca existió, y pese a que esta de forma desinteresada su ayuda presto, la lastimaste. Además sigues teniendo ese aroma a cenizas y la taza de té e tus manos (que ya está frío si no te percataste). ¿No crees que todos lo sabemos ya?
 - Estimado -  se apresuro a responderle – no hay nada que saber, y el té no es más que parafina, y es que ya llevo un tiempo buscando la muerte en llamas. Espero que el sentimiento autoritario que me ordena, motivado por aquella preciosa que bajando la escalera no es capaz de obsequiarme unos segundos de respuesta, produzca una chispa he incendie este contaminado cuerpo.
Todos se largaron a reír, y el anciano dijo -  Me embobece tu descuido, ya que tal chica de la cual hablas ni siquiera existe, y este octogenario expositor no es más que el resultado de tu sorprendente imaginación, solo existe tu absurdo sentimiento.
Sigues en la sala blanca, la misma donde te dejaron hace  ya unos cuantos años. Sigues con tu chaleco pálido, tus brazos bien firmes en su sitio, y la nula opción de zafarte de esto.-  

No hay comentarios:

Publicar un comentario