En burbujas que viajan por la plaza se conservan segundos de suspiros. Esto hace que el reflejo panoramico de su jabonosa composición se detenga, como una fotografía. Eso es francamente hermoso.
Sin darse cuenta, todos los presentes se quedan en las burbujas, y sin quererlo comparten el segundo de suspiro que de a poco se agota.
Sin quererlo se unifican.
Sin quererlo el viento los lleva por un camino impredesible hasta que un pequeño grano de arena genera el estallido, el fin de la burbuja y su distanciamiento.
Así olvidan que alguna vez estuvieron juntos, que compartieron el ligero vuelo de ua burbuja.
Así se escapa un suspiro. Tan sensillamente y tan facilmente que espero que existan otros para que ocurra lo mismo.
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